lunes, 8 de abril de 2013

MUERTES PERINATALES Y NEONATALES

 Sergio Sarita Valdez

 Juan Bosch tenía el don de comunicar temas complejos que eran comprendidos con facilidad por el común de la gente. En ocasiones arrancaba con versos tales como el de Ramón de Campoamor que reza: “En este mundo traidor/ nada es verdad ni mentira/ todo es según el color/ del cristal con que se mira”. Una persona inclinada a lo metafórico tal vez diría que una cosa es con guitarra y la otra es con violín; en tanto que un seguidor de Einstein quizás expresaría que la imagen de la realidad depende del ángulo desde el cual observamos el objeto. Paradójicamente, hay temas que a simple vista nos lucen sencillos de explicar pero una vez nos acercamos y adentramos en ese monte vemos lo complejo y difícil que resulta hacernos comprender. 
   Tal es la situación con la mortalidad infantil, la cual se define como el número de niños menores de un año de edad que fallecen por cada mil nacidos vivos. Sin embargo, sucede que de ese universo de defunciones hay que distinguir las muertes neonatales que son las que suceden en las cuatro primeras semanas que siguen al parto. Para hacer más enredado el asunto tenemos que dentro de éstas existen las neonatales precoces que representan los decesos de los primeros siete días que siguen al alumbramiento. Otra manera de clasificar los fallecimientos incluyen las denominadas muertes perinatales que abarcan los natimuertos mayores de 22 semanas gestacionales y los neonatos precoces. 
   ¿Cuál es la razón para enredar la cabuya con tantos subgrupos en el análisis estadístico? Las motivaciones radican en el hecho de que las causas que conducen a la muerte tienden a variar dependiendo del momento en que se ha producido el desenlace fatal. Veamos: en los países en vías de desarrollo como la República Dominicana cerca de la mitad de los menores que mueren se ubican en el período neonatal. Los mortinatos expresan trastornos hereditarios, complicaciones maternas y enfermedades de la placenta, entre otras. Las defunciones durante la labor del parto incluyen las asfixias fetales, el trauma, la prematuridad, enfermedades congénitas y las infecciones. 
   Los neonatos precoces mueren usualmente a consecuencia de bajo peso, anomalías del desarrollo e infecciones. Los niños mayores de un mes expiran por diarreas, deshidratación, infecciones, desnutrición, accidentes del hogar y maltrato infantil. Digamos que mientras más temprano es el deceso, mayor relevancia tiene el componente materno y la atención médica durante el curso del embarazo, mientras que tardíamente las condiciones sanitarias tales como agua potable, vacunas, alimentación, educación, saneamiento ambiental y el hogar juegan roles causales muy importantes . Las guerras , la inestabilidad política y la corrupción gubernamental impactan negativamente en el estado de salud de la niñez y por ende contribuyen al aumento de la mortalidad infantil.

Mejorando el estado socioeconómico de la familia, educando a las niñas a fin de evitar el embarazo en adolescentes, ofertando atenciones médicas oportunas y de calidad durante la gestación, conjuntamente con programas continuos y ampliados de vacunación son factores claves que efectivamente reducen la muerte a destiempo de nuestros menores.

Una buena noticia de la ADP


   La semana pasada decían los directivos de la ADP que acogían el llamado del Ministerio de Educación a elaborar un plan de recuperación de las horas de clase perdidas a consecuencia de las últimas huelgas. 

  Es ésa una buena noticia. Es ése un derecho de los estudiantes y de sus familias: que se les repongan las horas perdidas—y ya cobradas por los profesores—y que se lleve a feliz término el corriente año escolar. 

  Porque debe ya quedar claro a los profesores y profesoras de la ADP que un derecho no puede reclamarse con métodos que violan otro u otros derechos. 

  Es decir, tenemos que reconocer que maestros y maestras dominicanos necesitan y merecen mejores ingresos. De hecho, todos los empleados y trabajadores de nuestro país están hoy en esa lucha. Es la lucha por el derecho a mejorar las condiciones materiales de existencia. Es la lucha por el derecho a que se nos reponga el poder adquisitivo perdido en los procesos económicos recientes. Y es un derecho sagrado. 

  Pero no es más sagrado que el derecho de los y las estudiantes dominicanos a la educación. Ni lo es más que el derecho de todas las familias dominicanas a que sus hijos accedan a la escuela en busca de la educación indispensable para seguir creciendo. 

  El recurso a la huelga debe ser el último, no el primero. Y abusar de un recurso como ése no es sólo exponerse a desprestigiarlo, es también un abuso contra los más débiles: los estudiantes y las familias pobres de nuestro país que no tienen con qué pagarse una escuela privada. 

  La lucha de la ADP por un mejor sueldo es la lucha por un derecho que nadie niega. Pero también debe quedar claro a la dirigencia adepeista que no hay derechos sin deberes y que, en este caso, al derecho a un mejor salario le corresponde el deber a cumplir el horario de clases a pie juntillas y el deber de impartir una clase de calidad superior cada vez. 

  Es decir, una tanda de cuatro o cinco horas de clase, no puede ser reducida a la mitad, como ocurre actualmente. Nuestra escuela y nuestros estudiantes no necesitan menos, sino más horas de clase. 

  Gracias a las iniciativas del nuevo gobierno, nuestro país se encamina actualmente a un proceso de mejoría de la educación dominicana en lo cuantitativo y en lo cualitativo. El establecimiento del horario extendido en la escuela es una de las más importantes conquistas del pueblo dominicano y la ADP está en el deber de respaldarlo en cuerpo y alma porque representará una revolución educativa, que siempre será la mejor de todas las revoluciones. 

  Las mejorías planteadas al sueldo de maestros y maestras, quizás no son las ideales, pero son considerables y probablemente son las posibles, si no queremos malograr el loable plan de inversiones establecido para la educación. 

  Saber que en espacio de tres años nuestros maestros y maestras estarán rondando un sueldo de más de treinta mil pesos, inicialmente, y de más de cincuenta mil pesos al final de ese proceso, reconforta. Más aún, es un hito en la historia del magisterio nacional. 

  Hagamos ahora todo lo posible para que al cambio cuantitativo—que incluye al salario—corresponda una transformación cualitativa de iguales o mayores proporciones; porque si bien el pueblo dominicano, como todos los pueblos, tiene derecho a la educación, no olvidemos que es el derecho a una EDUCACIÓN DE CALIDAD. 

  Que si algo necesita nuestro pueblo urgentemente es educación, es cultura. Porque, como lo establecía aquel genial Miguel de Unamuno, “Sólo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe... Sólo la cultura da libertad... No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamiento. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura”.

lunes, 1 de abril de 2013

Ramón Tejeda Read

La formidable movilización de dominicanos y dominicanas que ocurre durante la Semana Santa hace tiempo que llama a revisar nuestros enfoques sobre el tema del turismo nacional y su desarrollo. 

Pensemos que si sólo un millón de dominicanos y dominicanas se moviliza durante ese tiempo y cada uno invierte tan sólo mil pesos, mil millones de pesos circulan por el país moviendo micro, pequeñas, medianas y grandes empresas. 


Sin embargo, debemos admitir que se trata de un fenómeno de mucho mayores dimensiones económicas y sociales. 


Hasta ahora hemos prestado mucha atención al turismo de enclave, el turismo de todo incluido; el turismo del extranjero que viene y se queda encerrado en uno de los denominados resorts. 


Ese turismo representa, según cifras oficiales, unos cuatro mil millones de dólares anuales que, dicho sea de paso, poco han servido a las comunidades empobrecidas de los alrededores de aquellos resorts, que siguen casi tan pobres como siempre. 


Acorde con los planes del nuevo gobierno y con la Estrategia Nacional de Desarrollo, ¿no será hora de que vayamos pensando nuestro país como un formidable destino turístico, pero como un todo? Esto es, que vayamos más allá de los enclaves. 


Una visión semejante haría que gobierno (vale decir, Turismo, Salud y Medio Ambiente, por ejemplo) y gobiernos municipales presten más atención a los problemas ambientales, de sanidad (basura, ruidos) y de infraestructura (desarrollo de pequeños y medianos alojamientos, con garantía de servicios eficientes), entre otros. 


Da pena ver los caminos, las riberas de los ríos y las carreteras convertidos en enormes basureros por dondequiera que uno camina. Un panorama semejante conspira contra el desarrollo turístico nacional. Que no nos quepa duda. 


¿Y por qué ocurre algo semejante? Porque se privilegia sólo el turismo de enclave. Porque se menosprecia el papel de las comunidades y no se cree en el derecho del pueblo al turismo de calidad. Porque el del turismo, como otros temas, se trata con enfoques parciales, no abarcadores. 


¿Quiénes imponen la agenda del turismo? Los desarrolladores inmobiliarios, por un lado, en asociación, por el otro, con las grandes cadenas transnacionales ansiosas de comprar tierra a precio de vaca muerta para negociarla por las nubes; de ahí que no importa nada otro tipo de turismo, que es fundamental, porque incluye a las comunidades y provoca su real desarrollo así como el de la micro, la pequeña y la mediana empresas. 


A la luz de los planes del gobierno y de la Estrategia Nacional de Desarrollo, y de fenómenos como las movilizaciones de Semana Santa, las visitas permanentes de nacionales y extranjeros hacia algunos parques nacionales, entre otros, debemos revisar el enfoque que ha predominado en la agenda de nuestro turismo, a fin de que sea más diverso, abarcador y productivo para el país.