lunes, 8 de abril de 2013

Una buena noticia de la ADP


   La semana pasada decían los directivos de la ADP que acogían el llamado del Ministerio de Educación a elaborar un plan de recuperación de las horas de clase perdidas a consecuencia de las últimas huelgas. 

  Es ésa una buena noticia. Es ése un derecho de los estudiantes y de sus familias: que se les repongan las horas perdidas—y ya cobradas por los profesores—y que se lleve a feliz término el corriente año escolar. 

  Porque debe ya quedar claro a los profesores y profesoras de la ADP que un derecho no puede reclamarse con métodos que violan otro u otros derechos. 

  Es decir, tenemos que reconocer que maestros y maestras dominicanos necesitan y merecen mejores ingresos. De hecho, todos los empleados y trabajadores de nuestro país están hoy en esa lucha. Es la lucha por el derecho a mejorar las condiciones materiales de existencia. Es la lucha por el derecho a que se nos reponga el poder adquisitivo perdido en los procesos económicos recientes. Y es un derecho sagrado. 

  Pero no es más sagrado que el derecho de los y las estudiantes dominicanos a la educación. Ni lo es más que el derecho de todas las familias dominicanas a que sus hijos accedan a la escuela en busca de la educación indispensable para seguir creciendo. 

  El recurso a la huelga debe ser el último, no el primero. Y abusar de un recurso como ése no es sólo exponerse a desprestigiarlo, es también un abuso contra los más débiles: los estudiantes y las familias pobres de nuestro país que no tienen con qué pagarse una escuela privada. 

  La lucha de la ADP por un mejor sueldo es la lucha por un derecho que nadie niega. Pero también debe quedar claro a la dirigencia adepeista que no hay derechos sin deberes y que, en este caso, al derecho a un mejor salario le corresponde el deber a cumplir el horario de clases a pie juntillas y el deber de impartir una clase de calidad superior cada vez. 

  Es decir, una tanda de cuatro o cinco horas de clase, no puede ser reducida a la mitad, como ocurre actualmente. Nuestra escuela y nuestros estudiantes no necesitan menos, sino más horas de clase. 

  Gracias a las iniciativas del nuevo gobierno, nuestro país se encamina actualmente a un proceso de mejoría de la educación dominicana en lo cuantitativo y en lo cualitativo. El establecimiento del horario extendido en la escuela es una de las más importantes conquistas del pueblo dominicano y la ADP está en el deber de respaldarlo en cuerpo y alma porque representará una revolución educativa, que siempre será la mejor de todas las revoluciones. 

  Las mejorías planteadas al sueldo de maestros y maestras, quizás no son las ideales, pero son considerables y probablemente son las posibles, si no queremos malograr el loable plan de inversiones establecido para la educación. 

  Saber que en espacio de tres años nuestros maestros y maestras estarán rondando un sueldo de más de treinta mil pesos, inicialmente, y de más de cincuenta mil pesos al final de ese proceso, reconforta. Más aún, es un hito en la historia del magisterio nacional. 

  Hagamos ahora todo lo posible para que al cambio cuantitativo—que incluye al salario—corresponda una transformación cualitativa de iguales o mayores proporciones; porque si bien el pueblo dominicano, como todos los pueblos, tiene derecho a la educación, no olvidemos que es el derecho a una EDUCACIÓN DE CALIDAD. 

  Que si algo necesita nuestro pueblo urgentemente es educación, es cultura. Porque, como lo establecía aquel genial Miguel de Unamuno, “Sólo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe... Sólo la cultura da libertad... No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamiento. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura”.

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