domingo, 10 de marzo de 2013

Chávez: todavía hay espacio para la ilusión.

  Ramón Tejeda

¿Cómo es posible que aún no nos comprendan? 
  ¿Cómo es posible que no entiendan por qué una jovencita pasa frente al cadáver de Hugo Chávez y levanta su puño izquierdo hacia el cielo con una mirada de determinación que traspasa los siglos? 

  ¿Cómo es posible que no entiendan que Hugo Chávez es un proyecto de pueblo y de país que se trasciende a sí mismo? 

  ¿Cómo es posible que no entiendan que Hugo Chávez no es Hugo Chávez sino millones de venezolanos y venezolanas que estaban excluidos; millones de venezolanos y venezolanas que no tenían acceso a las riquezas de su país hasta que Chávez llegó a Miraflores; que no tenían acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, al trabajo, a la participación, hasta que este hombre legendario encabezó uno de los procesos de organización y movilización del pueblo más formidables de los últimos tiempos? 

  ¿Cómo es posible que ciertos periodistas y políticos de aquí y de allá no entiendan que Chávez, Correa, Morales, Lula, Mujica…, no son más que instrumentos de procesos históricos populares que arrancaron a principios de 1800 y no se han consumado aún? 

  ¿Cómo es posible que después de García Márquez aquí y de Saramago allá y de Carlos Fuentes y de toda nuestra novelística y nuestra literatura que nos explican mejor que cualquier sociología no nos comprendan y quieran seguir imponiéndonos modelos de análisis viciados y viciosos y mirándonos por encima del hombro y mofándose de nuestros grandes hasta en la muerte y sugiriendo estupideces como ésa de que Chávez ‘’regalaba la riqueza de Venezuela’’? 

  Primero, no la regalaba; de alguna manera cada uno de nuestros pueblos tiene que pagar a Venezuela cuanto ésta le ha prestado en estos momentos aciagos de crisis mundial. En verdad, Chávez desempeñaba una de las más altas misiones de la humanidad: la solidaridad, que es muy diferente a la caridad, sobretodo si hablamos de la ‘’caridad’’ del FMI, del BM, del BID y de todas las ONG que amamantan. 

  Segundo, esa solidaridad se ejercía en nombre y representación y con la autorización que otorgaba el pueblo venezolano en cada elección general a la que se sometió Hugo Chávez quien, sin duda, ha sido uno de los presidentes más legítimos del mundo si se mira la cantidad de procesos electorales en que fue legitimado por su pueblo y lo vigilados y acosados que fueron esos procesos electorales desde todos los púlpitos mediáticos de la reacción nacional e internacional. 

  Quienes inconsciente o conscientemente quieran compararnos con Europa, sólo deben mirar hacia España, por ejemplo, en donde millares de familias están siendo lanzadas a las calles no sólo de sus trabajos, sino de sus viviendas; les despojan de la vivienda y, de paso, tienen que seguir pagando la hipoteca como si no les hubieran arrancado la casa. ¿Se quiere más violencia, expolio y humillación contra seres humanos? ¿A quién importan los suicidios casi a diario; el desarraigo, la extorsión de aquel sistema ‘’civilizado’’ dispuesto a fijarse en si Chávez hablaba mucho o si Correa es populista o si Hugo Morales debe llevar saco y corbata, pero absolutamente incapaz de ver la tragedia y el robo que carcomen las vidas de millones de seres humanos? Un sistema dispuesto a rescatar bancos y a hundir a millones de familias. 

  Con la joven que pasa ante el cadáver de Chávez y con la mirada fija en su líder levanta su puño izquierdo hacia el cielo; con los indígenas y los campesinos y campesinas que hacen largas colas para ver por última vez a su encarnación; con los obreros y obreras que durmieron en las calles para levantarse tempranito y poder tener acceso al funeral de su inspirador; con las multitudes que lloraban y acompañaban a Hugo Chávez en ese último acto de la vida que es la muerte; con esa joven y esos indígenas y campesinos y obreros desfilaba lo mejor del pueblo venezolano y de los pueblos latinoamericanos y del mundo a rendir tributo a alguien que demostró que un mundo mejor es posible; que todavía hay espacio para la ilusión y que todavía es mucho el camino a recorrer para llegar a ver a los seres humanos ‘’libres, felices y unidos’’ para usar palabras tan caras a nuestro Juan Pablo Duarte.

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