En verdad, el más importante plan de
seguridad del país se inició cuando el gobierno puso en marcha sus planes de
crédito y micro-crédito para la micro, pequeña y mediana empresas; cuando
arrancó su campaña de alfabetización para casi un millón de dominicanos y
dominicanas (los más pobres entre los pobres), y cuando se abrieron las puertas
al crédito y las oportunidades a las cooperativas y asociaciones agrícolas y
pecuarias.
Porque la agenda de la seguridad que nos
han estado vendiendo a la larga no es más que una tomadura de pelo y un gran
negocio que mueve millones y millones de pesos y dólares que benefician a
grupos dedicados a crear y mantener empresas de seguridad públicas y privadas.
La violencia social y la inseguridad que
padecemos no son provocadas por personas malas que deben ser perseguidas y
castigadas por otras personas supuestamente buenas que dizque están encargadas
de defendernos a todos, tal cual nos lo promueven desde que somos niños, desde
los paquitos, el cine y todos los medios de comunicación de masas cada día.
Esa violencia y esa inseguridad son en
realidad el resultado de un modelo
económico y social terriblemente desigual; que reparte desigualdad de manera
trágica; que concentra riqueza de modo obsceno en un grupito de privilegiados,
mientras condena a grandes masas a la incultura, el hambre y la falta de
oportunidades.
Un modelo semejante es violento por
naturaleza y lo que es violento por naturaleza genera la violencia en que se
reproduce, que le es necesaria y consustancial, y de la cual culpa, además, a
sus víctimas directas e indirectas.
¿Cómo se explica que millones de
trabajadores se resignen a vivir con sueldos y salarios menores de diez mil
pesos cuando la canasta familiar supera los veinte mil? Sólo mediante la
violencia se puede sostener un sistema de injusticias semejante.
Por eso, el plan de seguridad más
importante será aquél que permita distribuir de manera más equitativa la
riqueza que produce la sociedad.
El plan de seguridad más importante será
aquél que impida que la riqueza socialmente producida sea particularmente
acaparada por pequeños grupos poderosos que tienen el poder y la capacidad de violencia
necesarios para apropiársela.
El trasfondo de la violencia social no es
otro que la injusticia, la miseria, el abandono en que viven millones de
personas desplazadas, despojadas hasta de su cultura, carentes de oportunidades
de toda índole, y desarraigadas.
Por eso, el presidente Danilo Medina debe
continuar y profundizar todo lo que pueda su plan de creación de puestos de
trabajo, de inclusión de las grandes mayorías en la educación, la salud y las
oportunidades; el gran plan que hará que se rompa el círculo vicioso de la
miseria que genera miseria y la violencia que genera violencia.
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